Hay etapas de nuestras vidas en
las que nos vemos sobrepasados por las circunstancias, entramos en un bucle que
no tiene salida, perdemos confianza en nosotros mismos, nuestra autoestima
decae, la ilusión que antes nos motivaba ahora parece haber desaparecido y por
ende, no encontramos el motivo para recobrar aquello que antes nos mantenía
vivos, nos encontramos intranquilos, angustiados, pensamos que no somos capaces
de superar cualquier bache que antes ,sin embargo, resolvíamos sin problema.
Cuando esto ocurre podemos
reconocer tres fases bien diferenciadas:
Primera fase: la persona se autoconvence
de que es solo un mal momento, esta vez un poco más acusado de lo normal y que
solo hay que serenarse y dejar que el tiempo vuelva a poner las cosas en su
lugar, esperando y creyendo, con la falsa idea que a veces todos tenemos, de
que el tiempo lo cura todo. Pero no siempre funciona así y el problema solo se
agudiza más.
Segunda fase: la persona percibe
que el problema persiste y que no es cuestión de tiempo pero aún no termina de
reconocer la gravedad del mismo y su entorno si hasta ahora no era consciente,
se da cuenta e intenta ayudar de la mejor forma posible (dando ánimos,
aconsejándole ayuda profesional, etc)
Tercera fase: la persona que
tiene el problema lo reconoce y se deja ayudar por su entorno y por ayuda
profesional o bien esta misma sigue sin reconocerlo e intenta salir de él por
sus propios medios lo cual puede dar resultado o no darlo, algo triste si es en
el último caso, dada la ayuda que podemos recibir hoy día de profesionales a
los que podemos acudir y que nos pueden dar las técnicas para ello.
¿Cuándo debo ir?
No hay un
momento establecido sobre cuándo se debe ir.
Se debe ir
principalmente cuando no se encuentre en líneas generales a gusto consigo
mismo, porque si no estoy a gusto con mi persona, si yo no me quiero, no
permitiré que los demás me quieran y querer a su vez. Es muy importante nuestra
salud emocional porque será la misma que extrapolemos al resto y será esta la
que los demás tengan de nosotros, tan importante es lo que nos decimos a nosotros
mismos como lo que mostramos de nosotros a los demás.
Hay una frase
que me gusta mucho y resume esto que os quiero decir “La vida es como un
espejo, te sonríe si la miras sonriendo” por ello, sonríe cada día y no te
faltará una sonrisa de vuelta.
Pero además,
debes ir al psicólogo cuando reconozcas que tienes la necesidad de ir, no debes
ir porque tu amigo, tu prima, tus padres o tu pareja te lo hayan aconsejado
sino porque realmente tú mismo y además, hayas seguido el consejo de tus seres
queridos también, creas que lo necesitas y que va a mejorar tu vida, solo así,
los resultados serán positivos.
No obstante, no os
alarméis. Hay días malos en los que hay algo que se resiste, nos cansamos del
ajetreo o incluso de la mortal rutina, no encontramos una roca firme a la que
agarrarnos, nos desesperanzamos de ese objetivo que tenemos en mente, estamos demasiado
irascibles e incluso perdemos las ganas de continuar…sin embargo, es un día, o
varios, pero de nuevo todo vuelve a la normalidad, solo hay que preguntarse qué
está ocurriendo cuando se convierta en
algo constante y dejemos de disfrutar de la vida.
¿Estoy loco si
voy?
Aún hoy existe
una idea generalizada que asocia psicólogo con estar loco. La sociedad en
general vive con un prejuicio ante esta idea de visitar dicho profesional,
dando incluso reparo hacer público que se acude a terapia. Por ello hoy me
gustaría que después de leer este post tuvieseis otra visión distinta y se
minimice un poco la estigmatización que existe ante la profesión y sus
profesionales.
El psicólogo no
es un “loquero”. Es una profesional externo a tu problema y entorno que tratará
de darte unas técnicas y habilidades para que puedas superar el problema que te
haya llevado hasta allí , a disminuir tu malestar e ir adaptándote a los
cambios y acontecimientos que la vida te plantee.
De la misma
forma que cuando tienes un problema dental, acudes a un dentista, que cuando te
has ejercitado demasiado y estas contracturado necesitas un fisioterapeuta o
cuando necesitas una revisión ocular, acudes a un óptico u oftalmólogo, ¿Por qué
no acudir a un psicólogo si es igual de importante?
Por ello, no
tienes que tener un gran problema para acudir a un psicólogo, si estás viviendo
un duelo, una ruptura, un desahucio, cualquier situación que te bloquea y
limita tu vida, o incluso si quieres enfrentarte a algo para lo que crees que
no estás preparado como un ascenso, la llegada de un hijo, un cambio de
residencia, luchar por un sueño, no te avergüences de pedir ayuda solo tienes
que ponerte en manos de profesionales que mejoren tu calidad de vida. Lo
importante no es el qué dirán, si pensarán que estás loco o si tienes un grave
problema, lo importante es tu salud y tu felicidad. Además, tú decides que tan
público lo haces.
La salud mental
y emocional es primordial en nuestro día a día para tener una vida plena. A
veces nos centramos en la salud física y nos olvidamos de que la salud mental
es incluso más importante llegando a influir en la salud física, ya que puedes
estar físicamente sanísimo que si mentalmente estas destrozado, llegará a
mermar tu salud física también. Como dice la frase “Mens sana in corpore sano” tú
decides si mantienes el equilibrio.
Un saludo, hasta pronto.